No es un adiós para siempre…
En estos días que coinciden con la festividad del Diwali, de la luz de Rama, comparto con vosotros aquello que puede ser un posible descubrimiento que habría que someter a escrutinio por parte de personas honestas que disponen a la vez de una mínima vocación científica y conciencia espiritual.
Preguntando a diferentes doctores en medicina sobre cuál es el posible origen del Alzheimer, me respondieron diciendo que en algunos casos se producía por un conflicto de separación o pérdida o bien causado por un doloroso secreto familiar. Hay que aclarar que no toda separación causa la enfermedad, ni todos los casos de enfermedad son fruto de una separación. A menudo hemos reconocido el caso de aquella mujer que asiste a la muerte de su esposo y se queda viuda, atendiendo a la mayor longevidad media de las mujeres. El sufrimiento por esta separación puede ser tan grave que, para hacerle frente, su cuerpo genera un programa biológico de progresivo olvido de la memoria, que se va perdiendo poco a poco. Además, la discapacidad progresiva de la persona enferma va suponiendo una carga para los familiares y para la sociedad.
Una vez asistí a una emisión singular del documental Morir de día, film de Laia Manresa y Sergí Díes, bajo una idea original de Joaquim Jordà, dedicado a cómo se extendió la llegada de la heroína a Barcelona en los años 70 del siglo XX y a los estragos que causó este narcótico. Uno de los personajes, de pseudónimo Pau Malvido, es una de las víctimas de esta adicción. Había concurrido entre el público un hermano suyo, político muy conocido afectado de Alzheimer que pudo ver los primeros minutos. La filmación servía de homenaje a una persona la pérdida de la cual podía ser la causa del impacto emocional sufrido por el hermano político.
¿Qué es aquello que hace que una persona considere que la pérdida de un ser querido sea un sufrimiento insoportable? Probablemente influye el hecho de pensar que la separación sea irreversible y eterna. Que la pérdida no tiene solución de continuidad.
De la lectura de la obra de los practicantes de la Terapia de Vidas Pasadas (TVP), así como de algunos relatos de casos en el umbral entre la vida y la muerte, sabemos que el alma es eterna y que el cuerpo es aquello que dejamos. Algunos pacientes recuerdan muertes acontecidas en vidas anteriores y lo que sucede en el periodo entre dos vidas. Cuando el alma del difunto se dirige hacia la luz, a menudo el alma de algunas personas que han sido amistades o parientes que le han precedido en la muerte le dan la bienvenida a la dimensión espiritual. No sólo eso, las almas desencarnadas pueden reencontrarse, poner en común sus experiencias y prepararse para una posible nueva encarnación.
Si aquella mujer que se queda viuda supiera que el alma de su pareja muerta puede estar esperándola en el más allá, es evidente que consideraría que la separación es sólo física y provisional. Es este planteamiento el que puede facilitar que ella supere mejor este trance, evitando también que se convierta en una carga mayor para su entorno. Una mayor conciencia espiritual podría ser un buen preventivo en aquellos casos de separación que podrían generar una enfermedad de Alzheimer.
Brauli Tamarit Tamarit.
Primera versión: Sábado, 14 de Noviembre de 2020.
Última modificación: Miércoles, 18 de Noviembre de 2020.